La pérdida de dientes, ya sea por envejecimiento, enfermedad periodontal, o accidente, afecta no solo la apariencia de la sonrisa, sino también la funcionalidad masticatoria. Esta pérdida puede interferir con la capacidad de comer correctamente, lo que a su vez impacta la salud general y el bienestar de una persona. Afortunadamente, los implantes dentales se presentan como una solución moderna y efectiva para restaurar la función masticatoria, permitiendo a quienes han perdido dientes recuperar una vida plena.
Un implante dental es una raíz artificial que se inserta en el hueso maxilar o mandibular, reemplazando la raíz de un diente perdido. Este implante es generalmente de titanio, un material biocompatible que se integra de forma natural con el hueso, brindando una base firme sobre la cual se coloca una corona que imita un diente natural.
Uno de los principales beneficios de los implantes dentales es la capacidad de recuperar la función masticatoria. A diferencia de las dentaduras postizas y los puentes, los implantes actúan como dientes naturales. Esto significa que no hay limitaciones al comer alimentos duros, pegajosos o fibrosos, lo que resulta en una experiencia de masticación más cómoda y eficiente. Los implantes permiten a las personas disfrutar de su dieta sin tener que preocuparse por problemas relacionados con la estabilidad de las prótesis.
Cuando un diente se pierde, el hueso que lo sostenía puede deteriorarse con el tiempo, lo que afecta tanto la estética facial como la funcionalidad masticatoria. Los implantes dentales, al integrarse con el hueso, ayudan a prevenir la pérdida ósea. Este proceso, conocido como osteointegración, asegura que la estructura ósea se mantenga saludable, lo que también favorece la conservación de la función masticatoria a largo plazo.
Las dentaduras postizas y los puentes pueden moverse o sentirse inestables al comer o hablar, lo que puede ser incómodo y generar inseguridad. Los implantes dentales, al estar fijados permanentemente en el hueso, ofrecen una mayor estabilidad y permiten a los pacientes comer, hablar y reír con confianza, sin preocuparse por que se deslicen o se caigan.
A diferencia de las dentaduras tradicionales, los implantes dentales son una solución de largo plazo. Si se cuidan adecuadamente con una higiene bucal correcta, los implantes pueden durar varias décadas, lo que los convierte en una opción más económica a largo plazo. Esto reduce la necesidad de ajustes y reemplazos frecuentes, lo que se suele requerir con las prótesis tradicionales.
Aunque los implantes dentales son una excelente opción para muchas personas, no todos son aptos para someterse a este procedimiento. Es vital realizar una valoración previa con exámenes especializados para asegurar que el tratamiento sea adecuado y seguro. Uno de los estudios más importantes es la tomografía dental, una herramienta esencial en la planificación del tratamiento.
La tomografía computarizada (TC) permite obtener imágenes tridimensionales detalladas de la estructura ósea de la boca. Este examen ofrece una visión precisa de la cantidad y calidad del hueso maxilar y mandibular, que son fundamentales para colocar los implantes dentales de manera segura.
Gracias a la tomografía, los odontólogos pueden:
Además de la tomografía, se deben realizar otras evaluaciones como:
Los implantes dentales pueden ser adecuados para casi cualquier persona que haya perdido dientes, pero no todos son aptos para recibirlos. Un buen candidato debe cumplir con ciertos requisitos: